La kodiak debia habernos obligado a pedirnos mas a nosotros mismos.
Esa fue la idea al comprar un kayak que pensabamos que iba a satisfacer nuestras expectativas de velocidad y estabilidad al tiempo que estuviera algo por encima de nuestro nivel.
Lo cierto es que no aplaco la sed de velocidad de Pepe ni mis exigencias de estabilidad, pero durante un tiempo surcamos el delta del palancia a bordos de dos kodiaks.
Pronto reparamos en que los tiempos de preparación y recogida eran aún mayores que con las autovaciables. Para navegar una hora hacían falta tres contando desde que uno baja de casa al garaje hasta que vuelve a casa con un montón de equipaje para endulzar. Incluido uno mismo.
Además, nunca he ido a gusto con la kodiak, quizá desde el mismo momento del primer vuelco.
Los números son solo eso: números. Y a menudo fríos. En estadística mentiras convincentes.
viernes, 14 de diciembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Como mi primera contribución al universo bloggero esto va a quedar insulso (es lo que uno da de sí, oye...) pero acabo de percatarme de que tenías un blog, lo he leído, me ha gustado y quería felicitarte por él.
ResponderEliminarY agradecerte de nuevo la horchata, los fartons y las canciones del Mar Menor. No necesariamente en ese orden.
Un saludo
Hopeless (aka Pedro)
Me alegro de que te guste. Seguiré contando mi historia. A mi manera. Cuando quieras aqui estará.
ResponderEliminar¡Y al año que viene paella!
¡Nooooo!
Que de aquí a allá se pasa el arroz. Pero si vienes por estos lares ya será otra cosa.
Gracias por tu participación.
K
hopeless
ResponderEliminarsi o si, tienes que venirte unos dias a remar por aqui.......
ya sabes que la invitación era seria y en firme.