martes, 18 de diciembre de 2007

Los Dragones del Mar

En julio de 2006, cuando aun pensaba que me haría con la kodiak y que era cuestión de tiempo, surgió la II Concentración Dragones del Mar convocada por el Club de Kayak del Club Náutico de Oropesa del Mar, en Castellón.

Como había ido intimando con el amigo Carlos de Villareal, me pareció una buena idea ir y ver palistas, kayaks, palas, ambiente kayakero en general. Me va el follón. Además, el programa incluía una buena torrada de carne el sábado por la noche y una paella el domingo. ¿Se puede pedir más?

Aparte de apuntarme, invité a mi primo y su prole a ir y participar el evento. Si me tenía que ahogar, que hubiera alguien de al familia para recoger los restos.

Por ello y porque con una niña se lleva muchísimo equipaje y porque no me había hecho todavía a la kodiak no me la llevé.

Así que para allá que nos encaminamos Yola (con mi futura Mar), mi Carmen, mi primo, su mujer y mis sobrinos. Cuento todo esto porque, para no dejar a los niños a su suerte en el mar, utilizamos los K2 de alquiler del C.N.O.M.. Lo que se llama una huida hacia adelante. No contento con ser un novatazo en el tema embarco a la familia de rondón.

Los kayaks engalanados con las cabezas de dragón, un ratito de calentamiento, encuentro en la tercera fase con Carlos después de leernos mutuamente unos meses en el foro, un poquito de técnica básica para mi primo y mis sobrinos y bonita travesía al ocaso hasta la Torre del Rey de Oropesa.

A la vuelta, endulzar, guardar, ducha y "torradá de chulles" que se dice en Valenciano.


Bonita experiencia el paseo en Rainbow Oasis Doble. Un poquito de descoordinación. Pero qué razón tienen los que dicen que los niños se lo ven todo hecho. Dejé de capitana (puesto de delante) a mi sobrina Paula y sin duda remaba mejor que yo sin haberlo hecho nunca.

Al día siguiente, travesía hasta Benicasim a través de la bonita zona de "La Renegá" entre otras, llegada a Benicasim con la sección de infantería esperando y pájara de mi sobrino. No hay problema: El K2 mío se va en el barco de apoyo y cojo un Rainbow Oasis K1 de otro abandono. Mi primo vuelve con Paula. Llego el último, por detrás de un joven que ya no cumplía los 70, pero muy cómodo en el Oasis.

Es un gran barco. Si alguien tiene dudas, miedo a la mala mar, malas experiencias con el equilibrio, que se suba a un Oasis. Sólo se tendrá que preocupar de navegar. No se rompe, no vuelca, no se roza, es cómodo. Si no pesara ya sería la leche.

Un primer gran cambio en mi forma de ver el kayak de mar y la metrología kayakística.

Otro mito metrológico al traste: la barrera de los 5 metros.

Y un nuevo amigo en el agua: el Rainbow Oasis. Con quien me iba a encontrar en más ocasiones aun sin planificarlo directamente.

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